Rebeca Ocaña Moreno, alumna de prácticas del Grado de Psicología de la URJC
“Llevo treinta años de orientadora y antes hacía una o ninguna derivación a salud mental al año, ahora hago una al mes”. Cabe destacar que esta frase de Ana Cobos, presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España, en su entrevista en La Vanguardia, es preocupante. Por ello, ¿por qué es tan importante que haya un número suficiente de orientadores en la Educación?
En primer lugar, el Equipo de Orientación tiene encomendadas una serie de tareas que se consideran fundamentales en el período infanto-juvenil. Entre ellas, se pueden encontrar las reuniones con los familiares y tutores, resolución de conflictos, evaluaciones psicopedagógicas o seguimiento del alumnado ante diversas dificultades, entre muchas otras.
Aunque en determinadas situaciones se piensa que su función suele estar asociada a la orientación académica o laboral, en muchas ocasiones su cometido consiste en ser un primer filtro de detección de distintas problemáticas. Como se mencionaba anteriormente, suelen realizar evaluaciones psicopedagógicas, tras las cuales y ante la sospecha de algún tipo de trastorno, como puede ser Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o Altas Capacidades, realizan una derivación al servicio de Salud Mental correspondiente, para poder evaluar así con una mayor profundidad e, incluso, comenzar un determinado tratamiento. En el caso del TDAH esta intervención puede ir enfocada a mejorar distintas conductas o déficits y, en el caso de Altas Capacidades potenciar aptitudes, así como un abordaje de la parte emocional. No solo ocurre con este tipo de trastornos, sino que también en su función relacionada con el seguimiento del alumnado pueden detectar problemas relacionales, emocionales, familiares, académicos, etc.
Es por esto por lo que la presencia de esta figura en la niñez o adolescencia es tan importante. Los/as orientadores/as en un trabajo multidisciplinar con la Psicología Clínica o la Neuropsicología colaboran en un correcto desarrollo socio-emocional más adaptativo para las generaciones venideras. Esto significa que, en el caso de una detección de cualquier tipo de trastorno o déficit que presente un alumno, ambas figuras están en contacto para que todo aquello que se aplique en terapia también pueda ser generalizado al ámbito escolar. Por otro lado, todo aquello que se detecte en la educación, ya sea potencialidad o déficit es comunicado al terapeuta correspondiente.
Como conclusión, y debido a la repercusión que puede llegar a tener este gran trabajo multidisciplinar, se cree necesario potenciar la importancia de esta figura en el ámbito educativo, para que así se consiga un desarrollo armónico y de calidad.