Cada 21 de enero se celebra el Día Mundial del Abrazo, que se instauró precisamente para fomentar las muestras de afecto entre la población. El contacto físico con otras personas, los abrazos y las muestras de cariño no solo nos resultan agradables, sino que tienen beneficios para nuestra salud a nivel físico y psicológico.
Beneficios de los abrazos
En ocasiones, un simple gesto como un abrazo puede ayudarnos a mejoran nuestro estado de ánimo de manera inmediata. Cuando recibimos un abrazo, nuestro cerebro segrega oxitocina y serotonina, por lo que nos provoca placer y se reducen nuestros niveles de estrés.
Los abrazos nos aportan seguridad, calma, nos ayudan a sentirnos confiados generando y a crear nuevos vínculos afectivos.
A nivel físico, está demostrado que las personas que reciben abrazos de manera habitual tienen una menor frecuencia cardiaca y mejores niveles de presión arterial.
Los abrazos invisibles
Miles de llamadas y mensajes a nuestros familiares, videollamadas de todo tipo con los amigos, detalles con nuestros vecinos y hasta fiestas de navidad virtuales. En el último año hemos dado y recibido afecto, aunque, prácticamente todos, sentimos o hemos sentido una carencia de contacto físico casi un año después de conocer el término “distanciamiento social”.
Durante meses, la crisis sanitaria provocada por la Covid-19 nos ha privado de prácticamente todo el contacto físico con otras personas. El miedo al miedo al contagio y las recomendaciones de las autoridades sanitarias han hecho que tengamos que inventar nuevas formas de expresar nuestros sentimientos y mostrar el afecto a nuestros seres queridos.
Consecuencias de la falta de contacto físico
La tecnología ha sido nuestro gran aliado durante los meses de confinamiento y distanciamiento social. No obstante, nunca podrá reemplazar al sentido del tacto. El tacto es el primer sentido que usamos para comunicarnos desde nuestro nacimiento, es el más primitivo y elemental. Tras tanto tiempo sin contacto físico ha surgido un fenómeno denominado “hambre de piel”, un término que de manera más científica se denomina “privación del afecto”, y que se asocia con daños psicológicos y físicos.
Nuestro cerebro reacciona al tacto suave activando áreas que se relacionan con la recompensa. Por eso, la reducción del contacto físico hace que nuestro cuerpo extrañe algo con lo que normalmente cuenta. El cerebro percibe que algo no funciona de forma correcta, disminuyendo los niveles de oxitocina, dopamina y serotonina.
La privación del tacto ha incrementado la sensación de soledad y aislamiento en muchas personas. Nuestra percepción del afecto está reducida e incompleta y provoca un descenso en el nivel de la percepción de apoyo social y empeora nuestra capacidad para afrontar situaciones adversas. Este entorno es más favorable para la aparición de trastornos obsesivos, fóbicos y de estrés postraumático, que perdurarán incluso después de la pandemia.
El responsable de la primera celebración del Día Mundial del Abrazo fue Kevin Zaborney, quien preocupado por la falta de muestras de afecto que observaba a su alrededor, incluso entre familiares y amigos, creyó que la creación de esta festividad daría lugar a una mayor cantidad de muestras de cariño sin necesidad de justificación. Su idea fue buena, pues ya hemos visto que abrazarnos tiene muchos beneficios, pero en 2021 tendremos que priorizar la seguridad y la salud y celebrar el Día Mundial del Abrazo de manera diferente.
Te animamos a enviar abrazos virtuales a tus seres queridos. Sabemos que no será lo mismo que un abrazo bien apretado, pero seguro que también hace que se sientan mejor.
Sara Cebrián Montes, alumna del Grado de Psicología y Laura Gómez, responsable del Área de Psicología y Terapias Multidisciplinares de la Clínica Universitaria.